domingo, 23 de agosto de 2009

UNA VALIDACIÓN A LA EXISTENCIA DE CONFLICTO INTERNO EN COLOMBIA


El conflicto armado colombiano se desarrolla desde principios de la década de los años 1960, pasando por una serie de etapas de intenso recrudecimiento y manifestaciones de dialogo con posibilidades mínimas de pacificación, especialmente cuando el narcotráfico pasó a ser una modalidad de financiación e impulsador del aparato bélico de los actores antisistema.

Los actores antisistema suelen ser aquellos que no solo abogan por un cambio del sistema, sino que en una situación favorable implementarían dicho cambio, en la medida que van asumiendo la forma de futuros protagonistas en el público mediante la utilización de prácticas tanto oscuras como intimidatorias, es decir, no son fomentadas desde la legitimidad que impregna de cierto grado de transparencia, a la vez que, infringen en la sociedad cierto grado de violencia física, estructural o simbólica. Desde esta perspectiva reclaman ser aceptados mediante la fuerza y no mediante actos legítimos, quizás porque la degradación del escenario nacional ha llevado a deslegitimar su discurso, venga este de la extrema izquierda o extrema derecha.

Estos actores antisistema no hacen parte de la categoría construida por Giovanni Sartori para referirse a aquellos partidos políticos que dentro del sistema de partidos difieren ideológicamente de otros y utilizan medios persuasivos (chantaje) para hacerse con espacios de poder. El concepto de antisistema, si bien es extraído de la teoría de Sartori, se le otorga aquí una redireccionalidad hacia el contexto del conflicto colombiano una vez en él, el concepto le es atribuido a actores como las FARC, el ELN y en menor grado las AUC, con la pretensión de dar a entender que sus acciones van en contra del establecimiento colombiano. Desde este punto de vista se entienden como actores antisistema a todos los grupos insurgentes que tiene presencia en el territorio nacional.

El debate por la definición de conflicto interno, al referirse a la confrontación de grupos armados ilegales contra el Estado en Colombia, obtuvo trascendencia durante el 2008, mientras parte del Gobierno Nacional calificó a las guerrillas de ser una amenaza terrorista y no un grupo beligerante, que ya no tenía ningún proyecto político, y que si se aceptaba un conflicto interno se les daría a estos cierto grado de poder y eso entorpecería lograr la paz.

El hecho de que exista en Colombia un sector interesado por minimizar o esconder la realidad que se vive en lo referente a la confrontación armada, no alcanza a nublar la percepción internacional. Por ejemplo; el CICR que según se entiende el guardián del Derecho Internacional Humanitario (DIH), sostiene que, en el caso colombiano el Estado se está enfrentando con grupos armados organizados que tienen cierto control de un territorio, que están generando consecuencias humanitarias, que ejercen operaciones militares sostenidas y concertadas, y que tienen un cierto mando, cierta organización militar.[1]

La argumentación que expresada por el CICR se sustenta en el Derecho Internacional Humanitario, lo cual a su vez le otorga cierto grado de credibilidad. No obstante, aceptar esto por parte del gobierno colombiano implicaría el reconocimiento de beligerancia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército Popular (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el conflicto interno colombiano.

El CICR está presente en Colombia desde 1969. Su cometido es velar por que los grupos armados muestren un mayor respeto por el derecho internacional humanitario, sobre todo en relación con la protección debida a los no combatientes, y prestar ayuda de emergencia a las personas desplazadas y a otras víctimas del conflicto. Trabaja en la implementación de programas de salud pública y en la realización de proyectos de rehabilitación de infraestructura de pequeña escala en zonas de conflicto.

DE LA "NARCOTIZACIÓN" A LA "TERRORIZACIÓN" DE LA POLITICA EXTERIOR COLOMBIANA


Rodrigo Pardo sostiene que la creciente interdependencia internacional entre las naciones ha ido borrando las fronteras entre lo estrictamente doméstico y lo específicamente externo. Es quizás bajo este panorama que se han construido las relaciones exteriores de Colombia tanto con Pastrana (1998-2002) como con Uribe Vélez (2002-2006) respecto a Estados Unidos sin desconocer que cuando hablamos de interdependencia entre estos dos países esta es “asimétrica”.

Dicha interdependencia está dada por una serie de costos y beneficios donde para nuestra nación los primeros se refieren a una pérdida de autonomía en la toma de decisión, es decir, a una mayor injerencia norteamericana. Mientras que los beneficios pueden dividirse en una mayor cooperación económica, política, militar y social para el país, por supuesto, no todos coinciden con que ello haya sido un logro positivo.

La estrategia pastranista de alinear la política exterior colombiana a los propósitos de lucha norteamericana se gestan inmediatamente después del fracaso o la ruptura con los diálogos con las FARC, momento en el cual la política tendiente al dialogo que había dominado gran parte de su periodo experimentaba un cambio hacia la confrontación, un elemento que da cuerpo a dicho cambio es el redireccionamiento del Plan Colombia, considerado en primera instancia para la lucha antinarcóticos y posteriormente fusionado con la lucha contrainsurgente.

En la medida que se asume que las guerrillas y otros actores participan del negocio del narcotráfico. La “narcotización” de la política exterior consiste entonces en declarar a nivel nacional al narcotráfico como una de las principales amenazas contra la seguridad interna y a su vez en seguir los parámetros de lucha que dicta la política internacional norteamericana.

Especialistas como Tickner y Rodrigo hacen parte de quienes argumentan sobre la “terrorización” de la política exterior colombiana, cuyo espacio temporal se ubica en la presidencia de Álvaro Uribe (2002-2006) y la escalada terrorista de los actores antisistemas al interior del país y se concatena con la administración George W. Bush y el atentado terrorista del 11 de septiembre en los Estados Unidos.

Momento en el cual Bush declara la guerra trasnacional contra el terrorismo y toda fuerza que lo promueva. Uribe por su parte interpretando los beneficios que esto podría tener una vez las FARC, el ELN y las AUC entran a la lista de organizaciones terroristas supo articular el conflicto interno, la política exterior colombiana y la guerra internacional contra el terrorismo promovida y financiada por Estados Unidos, esta acción última es la que se denomina como “terrorización”.

¿PORQUE CONFLICTO INTERNO?

La internacionalización del conflicto como concepto no ha logrado concatenar las diferentes visiones que se han desarrollado al interior de la academia nacional, por el contrario esas diferentes posturas se mantienen independientes y como tal intentan explicar que es y cuando estamos frente a un proceso de internacionalización. La academia colombiana sugiere a nivel de aproximación: la desarrollada por Leonardo Carvajal y Rodrigo Pardo y la definición de Sandra Borda. Para los primeros, la internacionalización es definida como “el grado de exposición de un asunto a la comunidad de naciones y demás actores del sistema mundial”[1].

Por otra parte, Borda sugiere que la internacionalización es un proceso en el cual un actor toma la decisión explícita y consciente de involucrar agentes externos en cualquier fase del conflicto doméstico. Asimismo, la habilidad para internacionalizarlo no es monopolio del Estado, ya que terceros tienen la posibilidad de emprender el proceso[2]. No obstante, se debe reconocer que existen asimetrías de poder que se reflejan en las capacidades de los diferentes actores a la hora de internacionalizar dicho conflicto.

En las últimas décadas, con todas sus debilidades estructurales el proceso de internacionalización del conflicto armado colombiano se ha convertido en un tema prioritario de la agenda internacional del país. Este hecho guarda una estrecha relación con el auge de diferentes fenómenos que sean desarrolla tanto al interior de país como en el escenario internacional. Los estadistas, aquellos que están en la facultad de tomar la determinación de internacionalizar el conflicto lo han hecho basándose en las dos doctrinas que han permeado la política exterior colombiana, el Respice Polum y Respice Similia.

Entre aquellos que responden al plano nacional se encuentran; un mayor nivel de confrontación entre la Fuerza Pública y los actores antisistema, el origen, desarrollo y expansión del narcotráfico, la consolidación de los grupos paramilitares, y en general, la degradación del conflicto interno. Por otra parte, el escenario internacional plantea la dualidad de una cooperación diplomática para aquellos que propenden por una paz negociada. Con los atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos, el escenario internacional ha experimentado una transformación en la cual, el conflicto colombiano juega un papel relevante (lucha contra el narcotráfico y el terrorismo) y los últimos gobiernos han sabido “aprovechar” dicha transformación para situar el conflicto a escala internacional.

Quienes por medio de un análisis minucioso han determinado que en Colombia no se lleva acabo de manera correcta el proceso de política exterior, a razón de que este, no responde a hechos coherentes y continuos en sus fines y acciones. Así como al hecho de no manifestarse firme y decidida, lo cual se consigue siempre y cuando el Estado sea auténticamente soberano de sus actos. Basándonos en estos argumentos no yerran quienes sostienen que en Colombia no se ha construido una estrategia, sino que las acciones de los gobernantes corresponden al azar.

[1] Pardo, Rodrigo y Carvajal Leonardo “La internacionalización del conflicto doméstico y los procesos de paz.” En Desafíos y prioridades para la política exterior colombiana Fescol Bogotá 2003 p.185
[2] Borda, Sandra “La Internacionalización del conflicto armado después del 11 de septiembre: ¿la ejecución de una estrategia diplomática hábil o la simple ocurrencia de lo inevitable?” En Colombia Internacional No. 65. p 4

jueves, 13 de agosto de 2009

COSMOPOLITANISMO Y TAUROMAQUIA




Desde tiempo atrás y más exactamente en la segunda mitad del siglo XlV, las corridas de toros han sido fiel parte de festividades aun en países que se han ganado la denominación de desarrollados, con una mayor capacidad intelectual y de razonamiento. A su vez, países donde estos últimos elementos se han llegado a debatir han adoptado esta misma costumbre de manera cosmopolita yendo en algunos casos en contra de sus características que lo constituyen como país.

Colombia como un país sumamente cosmopolita, en relación a que se ha construido teniendo en cuenta otros países, es decir, no se ha construido teniendo como referente aspectos nacionales propios si no que desde su formación como Estado acuño las nociones francesas y alemanas de que era un Estado. ¿Esto con relación a qué? A que las corridas también han sido acuñadas a nuestra cultura desde la madre patria española en tiempos de la dominación armada.

Las corridas de toros desde sus inicios han tenido partidarios y detractores, quienes suponen que la tauromagia es un arte y una contraparte que alega ser un acto de barbarie. Volvamos al cosmopolitanismo. Quizás hoy más que en cualquier otra época se han manifestado grupos sociales diversos en contra de la tauromaquia en Colombia ¿Por qué?, el problema trasciende tanto lo moral como lo ético guardando una estrecha relación con la realidad más cruenta del país, el conflicto armado.

El problema es que los colombianos no somos amantes de los toros como quienes aman a una buena esposa, amamos a los toros por imposición y por querer ser como los europeos (franchutes o españoletes), la tauromaquia no es propia de nuestra cultura como un fenómeno endógeno, así como el hecho de que no somos violentos per se. La pregunta ahora es; ¿los que dicen ser amantes de la tauromaquia realmente aman lo que ven o solamente alimentan el morbo?

Pues me atrevería a decir que las dos cosas, en la medida en que los toros son puestos en la arena de una plaza se enciende el deseo de verle morir de la manera más vil, quizás solo quizás, en algún momento de una flamante corrida pensamos que ese toro es nuestro jefe, la suegra, un paraco o un guerrillero, entonces ¿Por qué no atravesarle el lomo con una espada fría?

Que ¡sin toros no hay feria! ¡Que las corridas son un acto de barbarie! aun más significativo en un país donde los niveles de violencia se elevan al estado de naturaleza hobbesiano. La tauromaquia debería ser parte constructiva de conciencia social, rechazar la muerte del toro, ser un acto de esparcimiento porque de hecho lo logra, y no convertirse en un acto que […] a todas estas ¿Por qué muere el toro?

Si bien, vivimos en una sociedad que dice ser pluralista ¿Qué se debe hacer en estos casos? Pues a mi real saber y entender, no coartar a los individuos en sus deseos ¿Cómo? Una buena opción sería, no abolir las corridas de toros, por que en el fondo, más alla de la sangre del animal termina por ser un negocio. Y para aquellos que instan por la protección animal y para el animal mismo garantizar su vida, este sería un buen inicio para empezar a garantizar la vida de los colombianos que son atravesados por las balas de los fusiles de guerrilleros, paramilitares y el ejército.

viernes, 7 de agosto de 2009

PELICULA GOOD BYE LENIN


SINOPSIS: Los últimos tiempos del sistema comunista en la Alemania del Este están llenos de manifestaciones de sus habitantes en contra del régimen. Uno de ellos es Alexander (Daniel Bürhl), cuya madre (Katrin Sass), ferviente partidaria del partido comunista, sufrirá un infarto y entrará en coma al ver a su hijo arrestado por la policía.

Durante los ocho meses en que está en coma, cae el muro de Berlín y se produce la reunificación alemana, lo que ocasiona una gran cantidad de cambios al implantarse el sistema capitalista rápidamente.
MOTIVACIONES: el espacio temporal de la película se ubica en aquellos tiempos en los que la ideología socialista y capitalista se disputaban el control político, social y económico no solo de países europeos en particular sino del mundo en general.

¡Good bye Lenin¡ consta de ciertos elementos que se marcan de manera constante en la película, tales como la transición ideológica, la farsa para mantener una realidad que ya no existe y el encubrimiento.

El manejo de la información es un elemento casi qué principal, desde mi perspectiva, en el desarrollo de la película. Además, de los conflictos internos que se pueden desarrollar cuando la información no se emplea como debe ser.

La conjunción de los elementos anteriormente señalados permite trasnportarme a como se ha manejado y se maneja la información en nuestro país (Colombia), como se le oculta a la población la realidad nacional y como se tergiversa la noticia por parte de los medios para satisfacer, de alguna manera, los intereses de ciertos sectores.

Aunque la película no expone estos mismos argumentos, permite hacer un símil entre el manejo de la información de Alex y el manejo de la información de los principales actores que regulan la información en el país.

miércoles, 5 de agosto de 2009

TEMA DE ANALISIS

¿POLÍTICA EXTERIOR COLOMBIANA?
Mi tema de análisis será La Internacionalización del Conflicto Colombiano, las razones en este caso corresponden a un deseo, no siendo otro que el de contrastar la política exterior colombiana quizás desde Belisario Betancur hasta la actualidad.
Colombia en los últimos años ha pasado de ser líder regional a estar casi que excluido del mismo, las razones serán en este caso el elemento a descubrir. Acompáñenme en esta interesante búsqueda, las razones del declive de Colombia en materia de política exterior y su divorcio con América Latina.

La endemia de la sedición en Colombia

La endemia de la sedición en Colombia, debe ser un texto de interés nacional ya que trasporta al lector hacia esa Colombia que quizás muchos no quisiéramos recordar, pero que al mismo tiempo se hace necesario para poder entender las dinámicas actuales.
Los diferentes fenómenos, bien sean, sociales, políticos o económicos que se generan al interior de nuestra sociedad, tienen un anclaje histórico que da cuenta del porque de la actualidad nacional. Seriamos, en sumo grado, irresponsables al interpretar el acontecer nacional sin las diferentes aristas que nos proporcionan el conocer nuestra historia.
Colombia en su propósito de construcción de Estado, ha pasado por una serie de periodos violentos donde los niveles de conflictividad han llegado a niveles de la barbarie y otros periodos de diálogos que lejos de ser espacios donde se construya la paz, han servido para que las partes en conflicto se rearmen y alimenten el ciclo conflictivo.

El texto que les presento es un arduo trabajo investigativo por parte del autor, en el que se articulan una serie de apartes noticiosos que a la vez que son analizados, se confrontan con hechos reales y arrojan lo que podemos denominar como “la verdad”.

Las razones por las cuales se pretende indagar este libro mediante la lectura, descansa en la incesante inquietud de conocer cuáles han sido las diferentes dinámicas del conflicto colombiano que han servido a su prolongación en el tiempo, mientras existen unas elites nacionales, una comunidad internacional y ciudadanos del común impasibles ante hechos que degradan cada vez más al pueblo colombiano.