viernes, 13 de noviembre de 2009

MEMORIA HISTÓRICA, UNA HERRAMIENTA PARA TRANSFORMAR LOS EFECTOS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO.

La presente reflexión pretende reforzar nuestro anterior análisis sobre el desplazamiento forzado en Colombia, anteriormente habíamos desarrollado un análisis Psicosocial de dicho desplazamiento como uno de los efectos del conflicto interno colombiano, efecto que recae de manera directa sobre los grupos sociales más vulnerables de nuestra sociedad.

Los conflictos internos o no suelen fragmentar la estructura política, económica, social, y jurídica que constituye a una sociedad. La violencia que emana del conflicto mismo se percibe por los actores activos o pasivos como acontecimientos normales no porque lo sean, sino, porque poco o nada pueden hacer para que no sucedan, en ese sentido, los no combatientes terminan por permanecer impasibles frente a actos violentos.

Quienes permanecen en medio del fuego cruzado entre Fuerza Pública y grupos armados irregulares, son víctimas y testigos de abusos, discriminación, detenciones, violaciones, desapariciones, desplazamiento forzado (El Salvador, Colombia), torturas, separaciones de sus familiares, asesinatos. Además, sus comunidades han sido disueltas y consecuentemente han sufrido una falta de afección y educación. En consecuencia, estos efectos son estremecedores porque afectan al nivel personal y al nivel social, político y económico (Lavadero, 1999).

¿Qué rol juega la memoria histórica dentro de este contexto? Si quienes hacen parte del conflicto armado interno tienen como pretensión terminar con las hostilidades la memoria histórica no cumplirá ningún rol. Sin embargo, si lo que se pretende es la transformación del conflicto, la memoria histórica es una herramienta principal para dicho fin.

Normalmente, antes, durante, y después de las hostilidades en los conflictos la historia la escriben quienes salen triunfadores, no así quienes están tras bambalinas o en medio de las hostilidades. Estos son en últimas los sordos, ciegos y mudos de los conflictos, contrario a lo que parece son estas personas o grupos sociales quienes tienen conocimiento de hechos históricos que urgen ser revelados como aporte a la reconstrucción del tejido social.

Hamilton (1981) considera que el campo de la cognición social debe incluir tanto la consideración de todos aquellos factores determinantes en la adquisición, representación y recuperación de la información relativa a las personas, como la relación que estos procesos tienen con los juicios emitidos por el perceptor. Contextualizando a este autor, el papel de la victimas es importante en sumo grado, cada vez que, son estos grupos poblacionales sobre quienes recaen muchos, sino todos, los efectos degradantes del conflicto.

Apoyando la teoría de Hamiton (1981) las víctimas terminan por ser receptoras de un conflicto al cual no perteneces. Una mirada holística, tiene gran influencia sobre la percepción del conflicto para la víctima, percepción que muchas veces no alcanza a ser evidenciada por los victimarios sean estos; grupos armados irregulares y en ellos; las Farc, Eln o paramilitares, y aun algunos efectivos de la Fuerza Pública.

Barclay y Smith (1992) sugieren, que la memoria histórica implica, entre otras cosas, tanto reconstruir el pasado en el presente con intencionalidad, es decir, con un propósito psicológico y social, como un reconstruir el pasado a través del recuerdo colectivo, que se centra en acontecimientos personales y colectivos históricos. El fin de un conflicto, sea de dimensión nacional o internacional, puede ser la eliminación del otro o las ganancias conjuntas relativas. Pero la reconstrucción requiere como factor sine qua non conocer no solo el anclaje histórico de los hechos, sino también, los efectos que se ha causado a las víctimas.

No se puede pensar en la transformación como un cambio en tanto se desconoce la historia de una de las partes, sean estas partes pertenecientes a las víctimas o a los victimarios. En Colombia como ejemplo más palpable de amnesia histórica, que lejos de “formatear” la conciencia de las víctimas y victimarios, crea por un la do, indiferencia ante la realidad y magnitud de los hechos. Y por el otro, desesperanza y deseo de venganza hacia aquel que ha atentado contra mis derechos.

La memoria colectiva no se construye a partir de la experiencia de las víctimas o victimarios, sino, a partir de la experiencia de las víctimas y victimarios. Es decir, las experiencias no deben ser excluyentes, por consiguiente, deben ser complementarias para que la construcción de la memoria histórica se desarrolle sobre solidas bases. Quizás en Colombia, quien más contribuye a la construcción de memoria colectiva sea el periodista Holman Morris, quien mediante su programa titulado Contravía desarrolla lo que se denomina como una visión holística de la realidad presente e histórica del país referente al tema del conflicto y sus víctimas.

Para Holman Morris la victima del conflicto armado interno no es solo el Estado, las guerrillas, los paramilitares o los miles de colombianos que sufren los efectos de los enfrentamientos. Las victimas somos todos, y en ese sentido, somos todos quienes tenemos que ser participes de la reconstrucción de un tejido social enfermo por más de medio siglo de una guerra sin gloria.

Retomando y finalizando en el caso del conflicto interno en Colombia, como elemento fundamental de la reconstrucción histórica es tener en cuenta, sin atenuantes, el papel de las victimas dentro del conflicto. La oficialidad de la información y de los hechos propicia tal como señala Gaborit (2006) al moldeamiento de la identidad de las víctimas.

'Que ha de ser de la vida si el que canta

no levanta su voz en las tribunas

por el que sufre,´por el que no hay

ninguna razón que lo condene a andar sin manta'

Que no calle el cantor porque el silencio

cobarde apaña la maldad que oprime,

no saben los cantores de agachadas

no callarán jamás de frente al crimén.

Mercedes Sosa / Si se calla el cantor

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